miércoles, 18 de noviembre de 2009

Amanecer

Un hilo de agua cayendo a esta hora
sobre tus hombros
La cabellera hundida en las fogatas
en que tuvimos visiones
Allí seguimos sembrando el tiempo
ingrávidos como el cóndor
pétreos como el musgo
ágiles como la liebre
Más al sur el sonido del puma
el silencio en que se acurruca el pudú
la voz torcida de la chicharra
Quién nos vio atravesar al otro lado
del bosque?
Quién nos dejó entrar
a sus arterias profundas
como el desvelo de los dioses?
Quién quiso que otros
despojaran su alma de aliento originario?
Un hilo de agua tejiendo tu rostro
a esta hora inimaginada
una gota apenas modulando
el sonido que columpió los días
Los cuerpos se yerguen
buscando la luz
una pequeña recompensa de paz
el anhelo sin prisa recorriendo las manos
aleteando contra la pubertad de la noche
y su ofuscada ventisca
Nadie hay que escatime
un centímetro todo este sentimiento
Nadie puede estar afuera y adentro
sin perderse en tus trenzas y tu enfado
El aire se torna pasajero
se desvanece como cera en la vela del pobre
Como el humo caminamos en bandadas
inhalamos la soledad sin rumbo
que exuda el destino de los hombres
Un hilo de agua cayendo lentamente
traduciendo la fecundidad de tu rostro
sepultando el mar de tus quejas
Venimos del norte
y su completo descampado
Seguimos sin prisa vadeando otros huertos
Ingrávidos avanzamos como la liebre
cuando tiembla la tierra
En el crepúsculo de la noche
tus manos florecen
y me dejas entrar por fin a tu hogar
A lo lejos el universo amanece

Temuco, 4 de abril de 2009

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