Atrás de la vía
recogeremos cardos para adornarnos
en marzo
cuando celebremos un nuevo inicio
Atrás de la vía
nadie perece sino el olvido
un tren de carga hecho blanco sepulto
un anciano cubierto por el viento
sacudiendo el mosquitero
de antaño
en la cocina arrumbada
por el polvo
en que algo de todos va quedando
Atrás de la vía
veremos el vergel que nace
en cada firmamento
antes de volvernos moribundos
sin que nuestros nombres
se disipen
sin que el cansancio se vuelva
cómplice de nadie
Un paisaje extenuado por el éxtasis
nos dará la bienvenida
Sonreiremos ante cada vuelo
de pájaros
La lluvia llenará nuestras páginas
entreabiertas al murmullo
de otros párpados
que se han quedado mudos
Seremos indómitos
como la tormenta
que de pronto
se cierne en la montaña
Nada
ni el humo del cigarrillo solitario
empañando la ventana
desde la que cada mañana de invierno
te despides
ni la humedad con que cada noche
este puerto invisible vuelve a desvelarnos
dejará de pronunciar el poder
de estar allí otra vez
al otro lado de la vía
donde un día y siempre
volveremos a ser
madera de nuestro único camino
farol para seguir el mismo destino
Buenos Aires, 6 de diciembre de 2006
domingo, 11 de noviembre de 2007
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