En la oscuridad flotante del universo
endurecido
Desde el interior antiguo del corazón
algo a paso agigantado, creciendo
Lámparas de otro tiempo poco a poco
palideciendo los rostros en los almacenes
sin destino en que todos compramos
y hoy día hasta el alma se vende
Cada segundo que pasa sucumbe la vida
La muerte de un pelo es la eternidad
empequeñecida
que habita dentro del pueblo de cada uno
Pertenecemos a una especie enrarecida
Nuestro mejor signo es la constancia
en la errancia
que crece con la culpa y el rencor
amargos de los que han sido despojados
Somos niños pasados de moda
detestados por sus padres y mayores
Nos gusta viajar a cualquier sitio
sin saber jamás donde vamos a llegar
Nuestros crímenes se extinguieron
con la moral de los vetustos y los ebrios
Nadie considera ya a nadie
La presencia humana casi se volvió
pieza de museo
Ocurre todo sin que nada se vea
Debajo de nuestros pies gime
la tierra en otro lenguaje
La culpa y el rencor son apenas
ruidos sordos
en el río seco de las conversaciones
de julio
Buenos Aires, 18 de julio de 2006
miércoles, 21 de noviembre de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario