Lo que no comimos ni cosechamos
después de todo el santo trabajo
suena a patria añeja y decepcionada
como racimo seco que perdió la esperanza
El vino que dejamos tras la borrachera
servirá para matar las ratas
Hijo de la madera recuerda
recuérdanos
somos el hambre puesta de rodillas
para implorar tu sed abstracta
la voz pretérita de las piedras
huyendo en la lejanía
bajo la luz intermitente de la vela
mientras acampábamos
Entiende!
Viajamos en soledad
puros e imparciales como los fantasmas
ligeros y frugales como los moluscos
Cierra tus sentidos
sospecha del mensaje de los otros
Esta isla pronto dará abasto para todos
Con nosotros queda
el volumen hondo y vacío
de una y mil campanas
Buenos Aires, 5 de septiembre de 2007
jueves, 29 de noviembre de 2007
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