Hoy me encargaré de tirar los desperdicios acumulados
Será bien temprano para que el día se alargue un poco más
y podamos saborearlo como las frutas tiernas en verano.
Saldré de casa antes del amanecer y su paso fugaz
para recorrer las calles en busca de un buen sitio
donde acampar a tu llegada.
Vendrás sola pero con las maletas llenas
de ventura para sentarnos juntos en la mesa.
El sol saldrá de súbito para darnos la bienvenida
que merecemos.
Entonces nos pondremos manos a la obra
y celebraremos nuestro encuentro
y gratificaremos nuestro hermoso encuentro
a la luz de un vela en un sillón de cáñamo
y una pileta del más delicioso vino
a la usanza de nuestros antiguos parientes
venidos con el humo
sin abismo ni gritos.
La naturaleza nos bendecirá también porque nuestro amor
se congracia con su belleza y mágico esplendor
y Dios, Dios nos atará perpetuamente a ella
porque sabe de nosotros como nuestro organismo
el aire que respiramos y nuestras ansias más profundas
hasta el fondo de nuestros pechos nos bendecirá
y arropará con sus más hermosas telas.
Pronunciaremos cada uno nuestros nombres
y el tuyo será un concierto infinito que dejó atrás la timidez
y el mío asomará a tu boca como el océano que
llevamos dentro.
Sellaremos nuestros párpados suficientes de la llama
de la vida siempre encendida de amor puro
que cada día nos enseñamos a cultivar para el bien
de nuestra humanidad tantas veces caída y vuelta a redimir.
Te diré que eres más bella que la flor dentro de una flor
y de mis ojos una pequeña lágrima brotará
en señal de toda la trascendencia que un día nos unió.
Seremos más fuertes que el perdón y los pecados disueltos
de los hombres en batalla
más firmes que el látigo con que Dios nos castiga cada día
para volvernos a anclar a nuestros puestos indudables.
Dejaremos de ser nosotros para extendernos
en el solo movimiento de la vida que nos hace existir.
Superaremos todo arte y toda ciencia –seremos más virtuosos
que el viento llenando el vacío de los cielos.
Nuestra única medida será la entrega que depositemos
en cada acto de destino que hagamos
desde el más ínfimo gesto hasta el más enorme de los cataclismos.
Nada podrá ya sobrepasarnos
ni la desolación de los hombres de esta época
ni la ambición ni la vanidad ni el instinto
ni el ruido sordo de la ciudad y su maquinaria suburbana
a punto de derrumbarse en el tumulto de su noche desmembrada.
Entonces, seremos lo que debemos ser
Entonces, sólo entonces, seremos lo que en verdad debemos ser!!
Buenos Aires, 16 de agosto de 2006
miércoles, 21 de noviembre de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario